viernes, 8 de abril de 2011

2º BACHILLERATO. GUIÓN DE LECTURAS. 3ª EVALUACIÓN. PIDO LA PAZ Y LA PALABRA.


PIDO LA PAZ Y LA PALABRA, BLAS DE OTERO.


Blas de otero dedicó su vida casi exclusivamente a la poesía. Nació en Bilbao, se dedicó durante algún tiempo a la enseñanza, pero la abandonó cuando ya era un poeta reconocido internacionalmente para dedicarse de lleno a su obra y a sus actividades de conferenciante. Viaja continuamente por toda España y reside temporadas en Francia, Rusia, China, Cuba… El resto del tiempo vive en Madrid, donde muere en 1979.


Su obra resume las etapas cubiertas por nuestra poesía durante varias décadas. En un primer momento nos hablará del yo, de sus problemas existenciales, religiosos y personales. Después lo dejará de lado para enfrentarse, desde postulados marxistas, con los problemas sociales, y será su etapa de poesía social. Pero tras 1965 se advertirá en su obra la búsqueda de nuevos caminos. Aunque sin abandonar sus preocupaciones humanas y políticas, Blas de otero es sensible, como tantos otros, a la necesidad de renovar su lenguaje poético y de experimentar nuevas formas de expresión.


Dado que la obra que nos ocupa corresponde a su segunda etapa, la de la poesía social, nos centraremos en esta parte de su producción.


Inicia un nuevo ciclo (tras su primera etapa de poesía existencial) en 1955 con la obra Pido la paz y la palabra. Le sigue En castellano, publicado en París en 1959, y también en parís Que trata de España, de 1964. Los tres componen un conjunto poético con características comunes.


Lo primero que se observa es que el poeta orilla ahora sus angustias, sus preocupaciones metafísicas. El camino que no encontró lo busca ahora en la solidaridad con los que sufren. La tarea inmediata es “demostrar hermandad con la tragedia viva, y luego, lo antes posible, superarla.” Y añade: “Creo en la poesía social a condición de que el poeta, el hombre, sienta estos temas con la misma sinceridad y la misma fuerza que los tradicionales.” Por supuesto, esta poesía se centrará en un ámbito concreto, España.


A estas orientaciones responde el hecho de que Blas de Otero se dirija “a la inmensa mayoría”, ( en contraste con Juan Ramón, que dedicaba sus obras “a la minoría, siempre”). Por ello buscará un lenguaje más sencillo, aunque esa sencillez sea, muchas veces, sólo aparente, y pueda encubrir una considerable concentración. Con todo, también puede apreciarse una menor tensión poética, por el deseo de ser más accesible y contribuir así, según un comentado ideal, a “transformar el mundo con la poesía”



Pido la paz y la palabra se haya presidido por unas palabras de Sancho panza a Don Quijote: “No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo…”, que valen como invitación del pueblo a que el poeta supere sus angustias. Y ya en el primer poema del libro, “En el principio”, anuncia el abandono de su anterior poesía angustiada y declara: Yo doy todos mis versos por un hombre / en paz. Que es la solidaridad, el volcarse sobre los problemas de los demás, lo que le ha permitido superar su angustia, lo dicen, por ejemplo, estos versos del poema “Juntos”: ¡…jamás podrán vencerme, / porque mi mano se me va y se agarra / a otra mano de hombre y a otra mano / que me encadenan, madre inmensa, a ti!


De esa madre inmensa, España, se propone el poeta ser “testigo”; ella será la “piedra” sobre la que edificará su obra. Como en Machado, los sentimientos del poeta por España son de amor y dolor, “porque soy hijo de una patria triste y hermosa”. Con dolor evoca su pasado remoto en “Hija de Yago”: la más ardua historia que la historia registre; o su pasado cercano (el odio, la guerra, la sangre). Y con amor evoca sus tierras, evocación que se hará aún más intensa en Que trata de España.


Ante todo ello, Blas de Otero concibe la poesía como lucha y como construcción. Pide, reclama, la paz, la justicia, la libertad. Y proclama su fe, la esperanza en una España mejor (“Creo en ti, patria”).









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