martes, 5 de abril de 2011

2º BACHILLERATO. GUIÓN DE LECTURA: LA COLMENA, CAMILO JOSÉ CELA.



GUIÓN DE LECTURAS. TERCERA EVALUACIÓN. 2º BACHILLERATO.


LA COLMENA, CAMILO JOSÉ CELA.

Cela concibe en 1945 una serie novelesca a la que da el título de “Caminos inciertos”. La colmena será la primera y la única obra de tal ciclo. La comenzó en 1945 en Madrid y la remató en el verano del 48, aunque ya había entregado a la censura una versión más corta en 1946, pero ésta la rechazó por “inmoral y pornográfica”. Por fin verá la luz en Buenos Aires en 1951. Aún pasarían unos años hasta su publicación en España, pero pronto circuló entre los lectores y hoy es una obra clave en la novelística española contemporánea.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO.

Cela señaló la complejidad de su arquitectura y la denominó “novela reloj”.

Desde el punto de vista más externo, la novela se compone de seis capítulos y un “Final”. Cada capítulo está integrado por una serie de secuencias separadas por un espacio en blanco de longitud variable. Cada una de ellas se centra, en general, en un personaje o en varios relacionados. A menudo se trata de una composición simultánea: varias secuencias transcurren en un mismo momento. La suma de esas secuencias (213 en total), es el conjunto de las “celdillas” de la colmena. El resultado es un ir y venir de personajes, que el autor va tomando, dejando y volviendo a tomar en rápidos apuntes (es lo que se conoce como estructura caleidoscópica). Son vidas que transcurren paralelas o entrecruzadas: la vida de cada uno podría considerarse como un cuento si fueran independientes, de hecho, podría considerarse la obra como una serie de cuentos imbricados gracias a un hábil montaje.

Todas ellas tejen un vivir colectivo, que es el objetivo primordial del novelista: la vida de Madrid en 1942 o 1943.

La unidad de la novela viene dada por las múltiples relaciones que el autor establece entre los personajes y por la impresión dominante del ambiente social y moral, así como por la reducción espacial y temporal.

En cuanto al tiempo, abarca poco más de dos días invernales del año 42 o 43. Su disposición se ha prestado a diversas interpretaciones, en las que no nos vamos a detener (hoy se ha impuesto la de Sobejano). Lo importante es que esta organización del tiempo, indisolublemente unida al entrecruzamiento de personajes, se debe la impresión de laberinto o caos humano que produce la novela. En ella las cosas van, como dijo el autor, “como van por la vida”.

Responde, por tanto, su estructura, al modelo llamado “novel abierta”, que se opone a la “novela cerrada”, que cuenta con un argumento sólido y un final cerrado, de acuerdo con un plan previo. La colmena carece de “argumento” y de desenlace. No sabemos qué será de los personajes más allá de la última página, todo queda inconcluso, y la incertidumbre es un elemento decisivo tanto de la estructura como de aquellas vidas.

PROTAGONISTA COLECTIVO.

La novela llamada colectiva no era nueva: Dos Passos, Thomas Mann, Huxley o Sartre, y en España, “El ruedo ibérico” de Valle Inclán, habían escrito obras en esta línea, pero Cela no sigue exactamente ninguno de estos modelos.

En la obra 296 personajes (además de 50mpersonas reales) bullen por sus páginas. Los que alcanzan cierto relieve son 45, y de éstos hay todavía algunos que destacan aún más. Ante todos, Martín Marco “no es uno de tantos, no es un hombre vulgar”. Pero ello es irónico: en realidad, ese escritor no pasa de ser un pobre hombre que va dando tumbos por la vida. Asistimos a su desvalimiento, sus miedos, sus preocupaciones, sus mezquindades... Y es él el centro del capítulo central, en el que se refuerza aquella sensación de incertidumbre propia de esta novela abierta.

Destacan igualmente doña Rosa, la intemperante y despreciable dueña del café; la hermana de Martín Marco, Filo, ejemplo de mujer sacrificada por las estrecheces económicas, y su marido, don Roberto, el pobre pluriempleado; la familia de los Moisés, con doña Visi, beata y ciega para lo que la rodea; su marido, el rijoso don Roque, y sus hijas, especialmente julita, que se reúne con su novio en la casa de citas; la señorita Margarita, buscona marchita condenada a la soledad; Victorita, la muchacha que se vende para llevarle medicamentos y comida a su novio enfermo de tuberculosis; o Petrita, criada de pobres...

En torno a ellosm pululan el poeta joven, el ridículo, el señorito vividor, el pedantón...., y las mujeres de todas clases: beatas, prostitutas del más variado nivel, dueñas de casas de citas, alcahuetas....

En general se trata de gentes mediocres y , a menudo, de baja talla moral. Pocos se salvan de la vulgaridad. Abundan los despreciables (especialmente entre los acomodados). Son frecuentes lo hipócritas y ridículos. Pero también hay figuras conmovedoras, desvalidas, apaleadas por la vida; a veces, con una chispita de nobleza.

Como ya hemos señalado, las relaciones que se van estableciendo son fundamentales y responsables de esa “novela reloj” “de múltiples ruedas y piececitas que se precisan las unas a las otras para que aquello marche”.

En cuanto a la caracterización de los personajes, la técnica dominante es la de la novela “behaviorista”: conocemos a los personajes por fuera, a través de sus propios actos y de sus palabras. Es, por tanto, el diálogo, el que ocupa un lugar eminente en su caracterización: lo que dicen y cómo lo dicen, de ahí la variedad de registros y la adaptación del habla a la índole del personaje. Sin embargo, no es procedimiento exclusivo: hay también verdaderos retratos hechos de prosopografía y etopeya, principalmente en el caso de los personajes poco desarrollados.

El ambiente de la obra es, sobre todo, humano: la suma de personajes. Pero, aunque menos que éstos, también interesa el marco en que se mueven: una precisa geografía urbana, el Madrid de la época, dentro de la que destacan ciertos bares y cafés, algunas casas particulares y casas de citas...

Las técnicas de descripción o ambientación son variadas: la mayoría de las veces recurre a la técnica impresionista para lograr el ambiente que persigue con pinceladas precisas (el café de doña Rosa, varias casas particulares...). En algunas ocasiones hay descripciones relativamente detalladas, aunque nunca largas (la habitación de la casa de la citas).

LA ACTITUD DEL AUTOR Y EL PROBLEMA DEL REALISMO.

Cela se considera un “autor oculto”, acorde con el enfoque objetivista o behaviorista, aunque algún crítico lo sigue considerando presente y omnisciente. Lo que ocurre es que en la obra no faltan las intervenciones del autor (ya dijimos), se dirige a los lectores (ya sabéis) y son frecuentes las reflexiones sobre el comportamiento o la índole de los personajes y de la vida en general; su presencia se percibe además en los rasgos humorísticos o lúdicos y en el sarcasmo o ternura que le inspiran unos y otros.

Es, pues, un autor omnipresente, por ello no podemos hablar de objetivismo en sentido estricto, y esto nos plantea el problema del realismo. ¿Hasta qué punto puede considerarse realista la novela de Cela? El propio autor afirma que La colmena “no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sobra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad”. Abundan, entre la crítica, opiniones contrarias al autor que pueden resumirse en dos posturas: a) Cela opera una selección de la realidad, por tanto, no es parcial; b) Cela realiza una estilización deformante, con rasgos muy cercanos al esperpento (animalización, cosificación, contraste, mordacidad...).

Sin embargo, llevar a cabo una selección resulta forzoso en toda novela, así como una estilización deformante resulta legítimo artísticamente.

ALCANCE SOCIAL Y EXISTENCIAL DE LA OBRA.

El tema central de la obra es la incertidumbre de los destinos humanos. En torno a ello, hay otros temas o motivos dominantes: el hambre, el dinero, el sexo, el recuerdo de la guerra... Y todos ellos confluyen en una misma idea: la alienación.

La obra es un testimonio social, a pesar de que algunos críticos hayan señalado que no hay en ella un enfoque dialéctico propio de la novela “social” en el sentido más estricto. Sus personajes pertenecen a diferentes estratos sociales: los ricos y triunfadores, que son los avasalladores, insolentes o inconscientes; y por debajo, diferentes escalones: desde los del “quiero y no puedo” hasta la pura miseria.

Dentro de los temas sociales, con frecuencia se habla del hambre y la penuria económica, y entre las miserias morales, resultan claras los casos en que la degradación tiene causas sociales concretas.

Con lo social también se enlazan las alusiones políticas y la sátira a la moral conservadora, rayana en la batería o aliada con la hipocresía social.

Las notas comunes al mundo de La colmena serían la insolidaridad y la impotencia (nadie parece rebelarse), por lo que estamos ante una masa alienada.

Cela ha paseado su espejo (deformante, si se quiere) ante la sociedad madrileña de la posguerra, y aun deformada, esa sociedad está en la novela.

Junto a la significación social, la obra posee un amplio alcance existencial cuya raíz estaría en la desesperanza del autor, en su desolada concepción del mundo. El enfoque existencial amplía el alcance de La colmena, a la vez que restringe su alcance o enfoque social: lo social existe como contenido ineludible, no como actitud dialéctica ni como propósito explícito de reforma.


La colmena es la obra precursora de la NOVELA SOCIAL DE LOS AÑOS 50, aunque, como acabamos de explicar, se encuentra en el gozne entre lo existencial y lo social. Además, en el plano técnico, su papel fue innovador y su influencia indiscutible.

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